Fuerte en Uruguay, Finlandia pone la mira en la Argentina

Mirada desde la Argentina, Finlandia queda demasiado lejos, casi en el otro polo. Recién llegado a Buenos Aires, Jarno Syrjala, su vice ministro de Comercio Internacional, también dice que estamos lejos. Pero, además del tango que ellos también consideran su música nacional, existe un lazo invisible entre los dos países por las crisis que sacudieron sus estructuras económicas.

Finlandia vivió en los 90 una situación parecida a la que atravesamos en el 2001. La caída de la Unión Soviética los arrastró con una quiebra de su sistema financiero, una desocupación que rebalsó el 20% y el país que se convirtió en un cementerio de empresas.

Treinta años después, Finlandia goza de estabilidad y un PBI per cápita de casi US$ 54.000. Un motor para su desarrollo fue una decisión deliberada para desarrollar productos de alta tecnología. A tal punto, que a Finlandia se la considera un país de inventores. La inversión en investigación y desarrollo es una prioridad y ocupan el primer lugar en la relación que mide la colaboración entre las universidades y las empresas.

Mucho de esto explica la visita de Syrjala en busca de socios para invertir en diferentes sectores. Una de las preocupaciones de este funcionario es la seguridad no solo de Finlandia, también de Europa con la invasión de Rusia a Ucrania y esa guerra tan prolongada.

“Ucrania es la víctima y Rusia es el agresor. El mundo ha condenado esta situación. Tratamos de ayudar a Ucrania todo lo que podemos en términos de fondos y armamentos”. Con una frontera de 1.300 kilómetros compartida con Rusia, en Finlandia la guerra de Ucrania se vive como un desgarro, sensación que comparten sus vecinos y socios de Noruega, Suecia y Dinamarca.

“No estamos en guerra pero la situación es muy difícil. Hemos decidido reforzar la OTAN, de la que somos miembros. Pero no es solo Ucrania, estamos hablando de la seguridad de Europa”, explica a Clarín.

Tras la invasión rusa a Ucrania, sus economías soportan altos precios de la energía y un caudaloso presupuesto militar: todos se sumaron a la OTAN, la alianza militar del Atlántico Norte. Sufrieron inflación, aunque la perciben como un problema superado.

En cuanto a Argentina, Syrjala dice que el conflicto por las papeleras ha quedado en el pasado. Sucedió entre 2005 y 2010 cuando la firma finlandesa Botnia se decidió por Uruguay y se generó una disputa de alto voltaje entre Montevideo y Buenos Aires. Si se observa a Uruguay, que cuenta con tres plantas y pudo desarrollar un poderoso sector industrial, se puede medir lo que costó la decisión de Néstor y Cristina Kirchner.

Syrjala hoy es consciente del escaso volumen comercial entre Argentina y su país y ha puesto la mira en minería, bioeconomía y digitalización. “Vamos a estar más cerca en el futuro”, dice. Admite que las compañías de Finlandia le piden que haga más.

Buscan un modelo e de asociación local como el que desarrolló la finlandesa Wartsilia fabricando las baterías del ferry eléctrico que planea Buquebus. Wartsilia también opera una central de Pampa Energía. Finlandia trae a Nokia que se unió a la mexicana Claro para el 5G. Sus otras firmas: Topsoe, especializada en aceleradores de procesos industriales, Reorbit, que fabrica satélites de costo bajo y Ponsse, de máquinas forestales. Todas dicen tener serias intenciones.

“Son las compañías que hacen el comercio desde el Gobierno tenemos que lograr buenas relaciones. Esa es nuestra responsabilidad y hay muchos sectores en los que queremos ser más activos, promocionando exportaciones”, señala. Ven oportunidades en software y servicios de ingeniería y en todos los casos se habla de la sustentabilidad nórdica, un modelo de negocios que busca asociación con los locales.

Finlandia, que ingresó a la Unión Europea en 1995 y tiene al euro como moneda. empuja el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. “Esta región con millones de consumidores es muy atractiva. Estamos muy enfocados al comercio internacional. Hemos concluido negociaciones con México, Indonesia, India y los países árabes. En este mundo complejo con guerras tarifarias y hacemos lo mejor que podemos en estas circunstancias, explica.