El alemán Horst Faas (1933-2012) fue un héroe del fotoperiodismo. A su muerte, el diario El País de España lo definió como el reportero “que cambió la forma de mirar la guerra”. Esta dimensión mítica se debe, especialmente, a su labor como corresponsal de la agencia Associated Press en Vietnam, entre 1962 y 1974. Allí, tanto con su cámara como en la mesa de edición, estableció que había que mostrar la cara más cruda y brutal de los conflictos. “No puedes fotografiar una bala volando, pero puedes capturar el miedo genuino", decía.
Faas ganó dos premios Pulitzer. El primero, en 1965, por la foto de un vietnamita alzando el cadáver de su pequeño hijo y mostrándoselo a soldados del Sur en la frontera con Camboya. El segundo, en sociedad con Michel Laurent, por la foto de la ejecución de un prisionero en Dacca, durante la guerra de liberación de Bangladesh, en 1972.
Horst Faas en Vietnam. Foto: APSu autoridad como editor de AP fue clave para la publicación de una imagen que se volvería símbolo de los horrores de Vietnam. El 8 de junio de 1972, aviones del Sur bombardearon por error la aldea de Trang Bang y mataron a numerosos civiles. Un grupo de aldeanos sobrevivió. Entre ellos, una niña de 9 años llamada Kim Phuc, quien corrió completamente desnuda y con el cuerpo quemado hacia donde se encontraban reporteros y camarógrafos. Alguien la fotografió de frente, con los brazos abiertos y la cara deformada en un grito de dolor.
Nick Ut y Kim Puc le entregaron al Papa Francisco una copia de la foto. Foto: EFEEl rollo que contenía esa foto llegó a la oficina de AP. Una vez revelada la imagen en cuestión, se discutió si era apropiado publicarla tratándose de una menor desnuda. Faas dictaminó que sí. Fue su gran acierto del día, porque la foto ganaría el premio Pulitzer y se convertiría en un alegato antibelicista. Pero en el mismo acto habría cometido un tremendo error: adjudicarle el crédito al fotógrafo equivocado. En el epígrafe se consignó que el autor era el vietnamita Nick Ut, quien se volvería una celebridad mundial gracias a esa toma.
Kim Phuc y el fotógrafo Nick Ut. Foto: TwitterEl reciente documental “Fotógrafo de guerra” (Netflix) plantea evidencias y testimonios razonables que le otorgan la autoría a un reportero free lance, el vietnamita Nguyen Thanh Nghe, quien cobró sólo veinte dólares por la cobertura de aquel día y ha vivido el resto de su vida con el dolor de ver que otro se llevaba el reconocimiento de su trabajo.
La agencia AP considera que no hay pruebas suficientes para retirarle la autoría a Nick Ut y la organización World Press Photo, que premió la foto en 1973, resolvió este año que la autoría es incierta. El documental no esclarece la razón por la que Faas (que murió antes de la investigación) habría beneficiado a Nick Ut por sobre Nguyen Thanh Nghe.
Más allá de esta controversia puntual, bien vale el caso para rebatir la idea, muy en boga en los últimos años, de que el ejercicio del periodismo es el resultado de cálculos sofisticados y milimétricos. Es decir, que no hay errores, olvidos, malentendidos sino, siempre y en cualquier circunstancia, intereses. Quienes piensan así jamás han pisado una redacción.
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Secretario de Redacción. Editor Jefe de la revista Viva. hconvertini@clarin.com
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