Ahora lo pueden contar. Estaban grogui, mirando el reloj como Monzón frente a Bennie Briscoe en el Luna Park. Terminaban cinco días terribles en los mercados por la victoria peronista en Buenos Aires y tenían claro que así, en modo supervivencia, no llegaban a la elección de octubre. Pero en el fin de semana dieron vuelta la historia. Trump dio vuelta la historia y les dio una vida más.
¿Cómo fue? El viernes, Caputo, el ministro, le pidió ayuda a Scott Bessent, el jefe del Tesoro, mientras el otro Caputo, el asesor, se movía en el departamento de Estado a través de los amigos trumpistas de Leonardo Scatturice. Dato al pasar: ¿recuerdan el avión negro de Scatturice que aterrizó en Aeroparque el 14 de abril y disparó sospechas y denuncias? Bueno, traía aquí a esos amigos que hoy le dan al Gobierno algo que nadie había conseguido. Antes allá te decían: andá a hablar con el Fondo. Esas son las reglas y procedimientos. Recordemos a De la Rúa. Ahora les dijeron: hay un camino distinto para los míos, los que juegan con mi camiseta.
¿Quiénes son esos amigos que vinieron en abril? Matt Schlapp, fundador y CEO de la Conservative Political Action Conferencia (CPAC) y su presidente en la Argentina, Soledad Cedro. El empresario Robert Citrone, fundador del fondo Discovery Capital Managment y Matt Delorfano, quien trabaja con él y es experto en economía argentina. A todos recibió Milei en la Rosada junto a Santiago Caputo. Un dato más: un rato antes, en otro vuelo, había llegado Scott Bessent, también para verse con Milei. No fue una coincidencia.
Volvamos a la negociación. De entrada, el pedido fue mejor recibido por el ala política de Trump que por el ala económica. Bessent y su segundo, Michael Kaplan, se resistieron aunque en mayo, antes de levantar el cepo, el gobierno había hablado con ellos sobre la posibilidad de una ayuda especial. Al final, cambiaron.
El domingo todo estuvo a punto de capotar porque se publicó que estudiaban darnos 30 mil millones de dólares, la plata concreta que solicitaba la Argentina. Hubo enojos por la filtración: los funcionarios norteamericanos no querían hablar de cifras. Y un apuntado: el canciller Werthein, que no participó de las charlas pero gestionó el encuentro de Trump con Milei en Naciones Unidas. Una curiosidad: las gestiones se hicieron sin la presencia aquí del nuevo embajador norteamericano.
Sigamos. El lunes, antes de que abrieran los mercados, Bessent anunció el respaldo y su lógica geopolítica. No hacía falta decir que un fracaso temprano de Milei sería muy duro para ellos. También explicó los posibles formatos de una ayuda que aún no sabemos bien cuál será ni cuándo. Bessent tuiteó: “Argentina es un aliado sistemáticamente importante de Estados Unidos ..... y el Tesoro está dispuesto a hacer lo que sea necesario.... para apoyar a la Argentina. Esas opciones pueden incluir, entre otras, líneas de swap, compra directas de divisas y compras de deudas gubernamental....”. Está claro: no nos estaban colgando una medalla, nos estaban tirando una soga.
TrumpHay dos condiciones no escritas que le trasmitieron a Milei. No son condicionamientos formales, no puede haberlos. Han visto el Congreso fuera de control y la amenaza de que Milei pierda tanto el uso de los DNU como el del veto. ¿Qué le piden? Que promueva un acuerdo de gobernabilidad para sacar las leyes que necesita la reforma económica y que haga cambios en su gobierno, que aleje y se aleje de la gente que le causa problemas. Milei está obligado a preguntarse qué tiene que dejar atrás. Es difícil: tal vez le estemos pidiendo a Milei que sea la persona que no puede ser.
Comentario sobre la baja temporaria de las retenciones, una especialidad argentina que cuestionó Estados Unidos. El gobierno necesitaba dólares urgente y apuntó a la única fuente consistente, el sector exportador agroindustrial. Los sojadólares. Se suman maíz y trigo, pero sabemos: manda la soja. Otra cosa no había. En el futuro veremos si Vaca Muerta o la minería o el software o el turismo pueden sumar algo. Hoy lo que hay es la Vaca Viva.
Habían ensayado con reducciones temporales para incentivar la liquidación anticipada. Los productores venden cuando necesitan y los exportadores no liquidan si no pueden comprar mercadería. Ahora apostaron a algo más fuerte: eliminación total hasta acumular 7.000 millones. Todo un experimento. Al Gobierno le salió bien, pero con un alto costo político. Consiguió la plata en tres días y se desató una batalla entre productores, dirigentes del campo y políticos.
Hubo productores que se tiraron de cabeza y vendieron en el primer momento, agarrando buenos precios. Pero el efecto puerta doce llevó a una sobre oferta y rápidamente se cumplió el cupo. La mayoría quedó afuera. Los productores vendieron lo que tenían y también mercadería de la campaña 2025/26, que todavía no se sembró. Calculan un 70% de la vieja y 30% de la nueva. El reclamo es que los exportadores declararon ventas con mercadería que no tienen. Y una avivada adicional: no trasladaron el ciento por ciento de la reducción a cero de las retenciones.
Más descolocados quedaron los dirigentes peronistas que venían dulces después de la victoria bonaerense y ahora no encuentran cómo pararse frente al arreglo con Estados Unidos. Algunos, bastantes por lo que se ve, desempolvan consignas clásicas contra el cipayaje, la más clásica Braden o Perón. Hablamos de algo que pasó hace 80 años ¿No les da para actualizarse un poco? Encima, han vivido, hemos vivido, los noventa con Menem y las relaciones carnales. Pero de eso no se habla.
Hasta Alberto Fernández se sintió de pronto con valor suficiente para subir al ruedo y dar su opinión. En X dijo con cuatro signos de admiración al final: “Wake Up, Donald!!!!” No sabíamos que el ex presidente sabía inglés. Como Cristina, que repite Bad information y también habla, para beneficio de Milei. Deberían seguir el ejemplo del Chacho Alvarez, que guarda silencio porque no se siente con autoridad para criticar. Es como no decir nada de lo que tengas que avergonzarte después.
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