El aftercare, o cuidado posterior al sexo, empezó a ganar espacio en las conversaciones sobre vínculos y bienestar emocional. Más allá del acto en sí, ese momento inmediatamente posterior -en el que el cuerpo baja la intensidad y las emociones siguen activas- se volvió central para pensar relaciones más conscientes, responsables y humanas.
En diálogo con Clarín, la sexóloga Romina Barraza explica que este concepto, que nació en las prácticas BDSM, hoy se extiende a todo tipo de encuentros porque permite entender la sexualidad como algo integral: “La sexualidad no es solamente el acto físico en sí, sino que es una experiencia emocional y vincular. Lo que sucede durante la intimidad influye en cómo nos sentimos con la otra persona y con nosotros mismos después”.
Por qué importa el aftercare
Durante el encuentro íntimo, el cuerpo libera hormonas como oxitocina, dopamina y endorfinas, que generan placer y conexión. Cuando el sexo termina, estos niveles caen y muchas personas atraviesan un momento de vulnerabilidad emocional y física.
Para la sexóloga, la sexualidad no es solamente el acto físico en sí, sino que es una experiencia emocional y vincular. Foto ilustración Shutterstock.Barraza sostiene que acompañar ese tramo es fundamental: “La forma en que se acompaña ese momento puede ayudar a reducir la ansiedad, fortalecer la confianza, aumentar la satisfacción sexual y favorecer los vínculos seguros”.
Por eso, dice, “la idea de tener un encuentro placentero es que sea placentero antes, durante y después”. Desde esta mirada, el aftercare no es “algo extra”, sino parte del encuentro sexual en sí mismo.
Aftercare: ¿aplica vínculos casuales o estables?
Según explica la especialista (@drabarrazasexualidades), “la importancia del aftercare no tiene que ver con el tipo de vínculo, sino con el impacto fisiológico y psicológico del encuentro”. En relaciones estables puede reforzar el apego seguro, mientras que, en vínculos casuales protege la autoestima y la sensación de seguridad.
Además, previene la sensación de vacío o de haber sido tratado como un trámite. “Evita malos entendidos, calma ansiedades y protege la percepción de respeto mutuo”, señala. Y aclara: cuidar después del sexo no implica compromiso romántico, sino humanidad.
Por ello, también advierte que la falta de cuidado posterior puede generar frío, desconexión o malestar emocional, incluso si el sexo fue bueno. En esos casos, "algunas personas experimentan una sensación de tristeza, irritabilidad, angustia o vacío".
“Puede aparecer la sensación de estar solo después de una experiencia de intimidad, inseguridad respecto del valor personal o del vínculo, dificultad para relajarse en futuros encuentros o menor satisfacción sexual global”, describe.
La forma en que se acompaña ese momento puede ayudar a reducir la ansiedad. Foto ilustración Shutterstock.No se trata de dramatizar, sino de comprender que “el cuerpo y el sistema emocional siguen activos después del encuentro y necesitan acompañamiento”.
Qué gestos hacen la diferencia
El aftercare no necesita grandes puestas en escena. Según Barraza, alcanza con gestos simples y genuinos: quedarse unos minutos cerca sin apuro, abrazar o acompañar si la otra persona lo desea, o preguntar “¿cómo te sentís?” o “¿necesitás algo?”.
También puede ser acercar un vaso de agua, compartir música o una charla breve e, incluso, si se trató de un encuentro casual, enviar luego un mensaje de cierre del estilo “la pasé bien, espero que vos también”.
Barraza concluye: “No es dramatismo ni cursilería, sino salud sexual aplicada al plano emocional. Es una forma de mostrar que el placer y el cuidado pueden y tienen que coexistir”.
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