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      Los libros del año en Ñ: opinan cuatro voces internacionales

      Eligen y comentan sus libros de 2025 el novelista y cronista chileno Álvaro Bisama, el ensayista y traductor brasileño Samuel Titan Jr., el narrador catalán Borja Bagunyà, y el escritor y editor mexicano Jacobo Zanella.

      Los libros del año en Ñ: opinan cuatro voces internacionalesSheila Heti, autora canadiense.

      ÁLVARO BISAMA (CHILE)

      Archipiélago de Mariana Enriquez me parece un ensayo biográfico tremendo sobre cómo se forma un lector, cómo se forma una lectora. Cómo se construye una tradición y cómo se incorpora una tradición a la propia biografía. Tiene que ver con el género fantástico pero más allá también. Creo que en fondo lo que hay ahí es la construcción de un mundo. El mapa de una biblioteca y la biblioteca como si fuera un mundo. Es muy potente como objeto.

      Proust de Edmund White me parece un ensayo biográfico muy preciso, muy rápido, que además de incorporar datos se hace cargo de los elementos vitales y con eso y los personajes construye un mapa de París de finales del siglo XX y principios del XX. Una obra sobresaliente que merece ser leída. Un referente del género de biografías de escritores.

      El libro Borderline Carlito de Carlos Busqued toma los blogs antiguos de Busqued y los transforma en cierto modo en un relato. Hay partes de su viejas novelas pero hay sobre todo la búsqueda de un estilo de parte de un autor. Y sus fobias y sus filias. Busqued publicó sólo dos libros pero hizo un trabajo impresionante. También en redes sociales, que es lo que rescata esta obra secreta que ya no es más secreta.

      SAMUEL TITÁN (BRASIL)

      Vidas secas, de Graciliano Ramos, es una joya breve. Breve por ser de pocas páginas, pero igualmente breve por ser de pocas palabras: Ramos escribía al revés de la verba que tantas veces impera en las letras sudamericanas. En un estilo que avanza por substracción, Ramos se dedicó a cortar y a pulir la roca bruta de su materia narrativa –el sertão árido del Nordeste brasileño, reverso de las playas de tarjeta postal– hasta llegar, como dijo él mismo, a “un librito sin paisajes, sin diálogos. Y sin amor.” Hasta llegar a la piedrita más cortante de la literatura de Brasil.

      El gran cronista Rubem Braga conoció al autor de Vidas secas en 1937. Ambos vivían en una pensión modesta en Río de Janeiro. Sin un céntimo y con la cabeza aún pelada –recién lo habían libertado de la prisión política de Ilha Grande–, Ramos concibió la idea de publicar cuentos en periódicos y ganar alguna plata. El primero, “Ballena”, tiene por protagonista a una perra escuálida. Nació del recuerdo de un animal sacrificado en el interior de Pernambuco y abrió camino para las historias siguientes, que le vinieron a Ramos fuera del orden que finalmente tendrían cuando las publicó como novela en 1938.

      ¿Novela? Sí, dice Braga, pero novela “desmontable”, hecha de fragmentos móviles. Una solución formal moderna para dar cuenta de la magra aventura –huir a la sequía y al hambre– que les toca a los pobres héroes.

      La secuencia de los capítulos corresponde menos a las etapas de una trama y más a la rotación entre distintos puntos de vista: del vaquero Fabiano a su mujer Vitória, de los dos pibes flacos a la perra Ballena. Sin épica ni color local, sin sensiblerías ni tonadas regionales, Graciliano Ramos escribió un libro lapidario sobre la violencia en la raíz de nuestras naciones. No hay muchos del mismo tenor: pienso en El matadero de Esteban Echeverría y en el Pedro Páramo de Juan Rulfo. No es decir poco de Vidas secas.

      BORJA BAGUNYÀ (ESPAÑA)

      Mis opciones para libros del año son Shadow Ticket, de Thomas Pynchon, y Alfabeto terminal, de Josep Palàcios.

      Es difícil no leer la última novela de Thomas Pynchon sin sopesar la posibilidad de que sea su última novela. Quizás no sea una mala perspectiva: permite ver con más claridad su persistencia en una poética de juventud (lo que Dwight Garner llamaba su “resistencia a desarrollar un estilo tardío”) lo que supone subirse a un carrusel de juegos de palabras, situaciones delirantes, protagonistas medio lelos y medio metafísicos, y asistir a un nuevo cruce del noir –esta vez, con el mundo de la producción de quesos de Wisconsin.

      Alfabeto terminal es la tercera y última iteración de una obra que Josep Palàcios, otro escritor recluso y de culto, escribió y reescribió entre 1987 y 1989 y que encontró, aquí, en 2015, su forma definitiva. Lo que parte de un reto casi oulipiano -escribir una página para cada letra del alfabeto- se convierte en la posibilidad de fijar una poética que es, a la vez, un laboratorio de las posibilidades del cuento en cuanto ensayo y del ensayo en cuanto reescritura.

      Su traducción al castellano es, en mi opinión, un acontecimiento importante. O, como mínimo, la posibilidad de leer uno de los escritores más brillantes y desconocidos de la literatura catalana.

      JACOBO ZANELLA (MÉXICO)

      Diario alfabético, de Sheila Heti. Un libro de procedimiento: la autora escribe un diario durante diez años, lo fragmenta posteriormente en oraciones y las ordena alfabéticamente, desprovistas ya de fechas y orden. El resultado es un autorretrato cubista y una posible sinécdoque de la literatura del siglo XXI. La traducción al español de Lumen, desafortunadamente, da prioridad al resultado, no al procedimiento, perdiendo así algo de la naturaleza intencionalmente azarosa que impulsa al proyecto y da energía al texto resultante.

      Desfile, de Rachel Cusk. Libros del Asteroide continúa publicando la obra de esta escritora que, desde la aparición de A contraluz hace una década, ha construido una voz autoral a partir de la supresión de su voz “personal”, un truco de magia literaria totalmente al descubierto. La invención de una forma narrativa y su sorprendente aplicación es tan rara que Cusk se convierte en una autora a la que no debemos perder de vista. Otro gran ejemplo de representación del espíritu contemporáneo a través de la escritura.

      Hambre, de Knut Hamsun. La editorial Aquelarre publica una nueva traducción directa del noruego de este libro cuyo personaje precede al miedo, el horror y el ensimismamiento de gran parte de la ficción que sostiene las tinieblas del siglo XX. El protagonista anónimo de la novela está más vivo que nunca, vive en nuestras calles, entre nosotros. Quizá el legado más real de Knut Hamsun ha sido ese: el habernos delineado a través del simbolismo de ese personaje, o de esa persona, que todos somos o hemos sido alguna vez.


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